Insospechadamente el olor a sangre se detuvo
bajo el frío rostro del menguante lunar
la bóveda celeste se lleno de luto
como quien nace para nunca poder amar...
La misteriosa música húngara se contagia
de una tristeza impetuosamente secular
cuyas notas son aullidos de rabia
que ni la enlutada luna ha de calmar.
Sus esquivos ojos llorosos tiemblan
acobardados por su propia tristeza,
espera descubrir las respuestas
sentidas cuando la oscuridad se acerca
sin deseos ya de detenerla.
Los violines se desgarran en la sonata ártica,
mientras el espejo inverso se refleja en su pasado
mostrando los restos de su imprudencia
las angustias que no han escapado,
tras la espera que el ataúd quebranta
sin poder amar lo que todavía le espanta.
La sangre se esparce por toda la espada
eligiendo un indeterminado momento de morir,
lame las gotas que se deslizan por los dedos
dime: ¿quien no ama acaso no merece vivir?,
pero la angustia te clava sus colmillos,
él aún desea aquella; la de tierna mirada,
la que ya no le otorga ningún alivio.
¿Quíen está esperando por amor?
sí, sé que nunca le quisiste,
fuiste su dolor, un sufrimiento sin razón,
no puedo creer lo que de él hiciste,
aún moribundo se desgarra el corazón
decímed, es lo que en su final para él elegiste.
Pobres amores dícefalos
en su destino eligiendo morir o callar,
pecaminosos corazones indecisos
confusos sin saber a quienes han de amar,
¿qué puede ser lo correcto?
amar desde de la amistad
o decidir a quien te vas entregar.
la bóveda celeste se lleno de luto
como quien nace para nunca poder amar...
La misteriosa música húngara se contagia
de una tristeza impetuosamente secular
cuyas notas son aullidos de rabia
que ni la enlutada luna ha de calmar.
Sus esquivos ojos llorosos tiemblan
acobardados por su propia tristeza,
espera descubrir las respuestas
sentidas cuando la oscuridad se acerca
sin deseos ya de detenerla.
Los violines se desgarran en la sonata ártica,
mientras el espejo inverso se refleja en su pasado
mostrando los restos de su imprudencia
las angustias que no han escapado,
tras la espera que el ataúd quebranta
sin poder amar lo que todavía le espanta.
La sangre se esparce por toda la espada
eligiendo un indeterminado momento de morir,
lame las gotas que se deslizan por los dedos
dime: ¿quien no ama acaso no merece vivir?,
pero la angustia te clava sus colmillos,
él aún desea aquella; la de tierna mirada,
la que ya no le otorga ningún alivio.
¿Quíen está esperando por amor?
sí, sé que nunca le quisiste,
fuiste su dolor, un sufrimiento sin razón,
no puedo creer lo que de él hiciste,
aún moribundo se desgarra el corazón
decímed, es lo que en su final para él elegiste.
Pobres amores dícefalos
en su destino eligiendo morir o callar,
pecaminosos corazones indecisos
confusos sin saber a quienes han de amar,
¿qué puede ser lo correcto?
amar desde de la amistad
o decidir a quien te vas entregar.
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